Un nuevo nacido ya no tiene nada que ver con su vida vieja, porque su vida ya es nueva, entonces quiero empezar leyendo en el libro de Efesios capítulo 4 versículos del 1 al 7.
Un capítulo que se llama “La unidad del Espíritu”.
¿Por qué me llama tanto la atención este título? porque estando tú en tu casa, yo la mía y cada hermano en su lugar, estamos todos juntos en el Espíritu.
Eso es lo que Dios quiere hacer en este tiempo, mostrarnos que, aunque no estemos juntos estamos juntos, que, aunque estemos separados somos unánimes en una visión, en una misión.
En Efesios 4 del 1 al 8, dice Pablo “Yo, pues, preso en el Señor os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, un cuerpo y un espíritu como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos el cual es sobre todos y por todos y en todos, pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo”.
El apóstol Pablo aquí nos habla de actitud, cuál tiene que ser la actitud del creyente, cuál tiene que ser la actitud del discípulo, cuál tiene que ser la actitud de aquella persona que pertenece a una congregación, que forma parte de su cuerpo, que cree, que ha creído, que ha entendido que sirve y trabaja para el Señor, que ha entendido que tiene que convivir y compartir en esa congregación.
¿Cuál es la actitud? Aquí Pablo nos habla de cómo debe caminar el creyente.
Pablo nos habla muchas cosas, dice: “Como es digno de la vocación conforme fuisteis llamados”.
Que caminéis conforme a la vocación con que fuisteis llamados y que caminéis con dignidad.
Amigo y amiga, caminemos con dignidad, ya no somos del mundo, ya hemos sido librados del mundo, hemos conocido a Cristo, lo hemos recibido como Señor y Salvador, hemos nacido de nuevo, caminemos como gente que ha nacido de nuevo, ya no utilicemos los rudimentos, las herramientas que utilizábamos conforme vivíamos en la vieja naturaleza, nuestra naturaleza ya es nueva.
Y alguno dirá: “ya pastor, pero yo recibí a Cristo, sigo siendo igual de feo, igual de gordo, sigo siendo igual de inútil, igual de torpe”, no importa, tú ahora estás en las manos del Señor, antes eras un huérfano pero ahora ya estás en manos de Dios, el Señor va a hacer contigo la obra que Él quiere hacer, no importa tu torpeza, no importa tus incapacidades físicas o intelectuales, no importa, el Señor escoge a quien Él quiere, no porque a quien escoge está preparado, sino que lo escoge para prepararlo.
Fíjate que el Señor en cierta ocasión escogió a un tartamudo para hablarle a un pueblo de dos millones de habitantes y convencerlos, se llamaba Moisés, pero el Señor le ayudó.
Y fíjate que en cierta ocasión el Señor escogió a un hombre sin letras, un hombre sin preparación, un hombre sin escuela, para que le predicara a los miles y los miles se convirtieran, ese hombre se llamaba Pedro y lo hizo el día de pentecostés.
Cuando tú haces las cosas conforme a la vocación que Él te ha llamado, no las haces por tus habilidades, por tus capacidades o por tu preparación académica o mundana, lo hace porque Dios con su Santo Espíritu te usa.
Dice el profeta Ezequiel capítulo 4 versículo 2: “No es con espada, ni es con ejército, sino por su Santo Espíritu”.
Encomiéndate en las manos del Señor y ahora tú tienes que decir “Señor, yo quiero caminar como es digno de aquello a lo que Tú me has llamado a hacer.
Yo no lo puedo hacer por mí mismo, pero yo sé, Dios mío, que tú vas a utilizarme para poder hacer aquello que Tú quieres hacer en mí y en otros a través de mi”.
Dice el versículo 2: “Con toda humildad y mansedumbre”.
Hermanos, amigos, en la iglesia, en la vida, tengamos mansedumbre, humildad.
Mansedumbre no significa ser mansos y mucho menos significa ser mensos, mansedumbre lo que significa es que tú pudiendo despedazar a un tipo, que tú pudiendo hacer uso de tu fuerza, no la usas, eso significa mansedumbre, la mansedumbre no es que eres débil, no es que eres manso, no es que eres incapaz, no es que eres un inútil, no, mansedumbre significa que yo pudiendo hacer algo, no lo hago por amor a Dios, y humildad.
Tenemos que caminar en la iglesia en humildad, no queriendo ocupar un lugar mayor del que nos corresponde, no queriendo suplantar los llamados que no nos corresponden, cada cual, en su lugar, cada cual, en su don, cada órgano cumpliendo su función.
Y dice “con humildad y mansedumbre”, mira lo que dice a continuación, versículo 2: “Soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor”.
Cuando alguien trae chisme a la iglesia, está incumpliendo esto, es que no está teniendo paciencia con un hermano que quizá, errónea o intencionadamente, o a lo mejor el chismoso lo ve así y no está ocurriendo nada de lo que está diciendo, cuando un chismoso entra en la iglesia está quitando la paz.
Cuidado con los chismes, si ves a un hermano que está en algún error primero ora por él y luego en privado exórtale y extiéndele tu mano para ayudarle.
“Con toda humildad y mansedumbre soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor”, y dice: “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, guardando la unidad del Espíritu”.
No hagas nada en la congregación que perturbe la unidad del Espíritu.
Cuando hablas con un hermano acerca de que no estás de acuerdo con lo que el pastor habla, predica, dice, o hace, estás perturbando la paz de una congregación.
Tened mucho cuidado porque esos comportamientos generan en ocasiones divisiones, ten mucho cuidado con eso.
No perturben la paz, no perturben la paz.
Dice: “Solícitos en guardar la unidad”.
Elude todo aquello que perjudica la unidad, renuncia y aborrece todo aquello que favorece la división, aborrécelo, aunque a ti te parezca lo más ilógico, lo más inteligible, en ese momento piénsalo: “¿esto favorece la paz? ¿esto favorece la unidad de la congregación? si no favorece, no lo hago”.
No seas un portador de divisiones, hermano.
No chismees, no le cuentes al otro, al uno, al este.
Si ves a un hermano en problemas no hables como otros a decirle: “Mira, aquel hermano tiene problemas”, no, primero ora por el hermano, y luego habla con el hermano, porque probablemente en la confianza de esa conversación, en lo íntimo, en lo privado, tú vas a poder reconvenir al hermano y seguramente le vas a ayudar, y también no le vas a dejar en evidencia delante de todos, tienes que hacer todo lo que contribuye a la unidad del Espíritu en la paz en la congregación.
Hay que tener cuidado con cómo nos conducimos.
Y luego dice “un cuerpo y un Espíritu”.
Un cuerpo sólo puede tener un espíritu.
Yo sólo tengo un cuerpo y sólo tengo una respiración, yo sólo respiro por la nariz y por la boca, pero no respiro por las branquias como los peces.
Cuando vivo en el Espíritu, también tengo que tener una sola respiración.
En la iglesia, en la congregación sólo puede haber un Espíritu, y hay a veces que hermanos se levantan con su propio espíritu y eso genera contiendas, contenciones y divisiones, hay que tener cuidado con eso, no te levantes con tu propio espíritu, el espíritu de la congregación está muy marcado por el liderazgo, el espíritu de la congregación está muy marcado con la visión y la misión de la congregación, si tú no estás de acuerdo con la visión o la misión de la congregación no quieras suplantar eso con tu propio espíritu, no comiences a hablarle a los hermanos, no comiences a decirles: “Es que el pastor tiene que decir, tiene que hacer, lo que está haciendo hay que hacerlo de otra manera, es que tiene que hacer esto y no lo hace”, no pongas de tu espíritu, no suplantes es el espíritu de la congregación, participa en la paz, en la unidad de la congregación.
Ora, cuando no entiendas algo, ora y cuando sigas sin entenderlo, con respeto, en la discreción total y absoluta, habla con el pastor y pregúntale, él te va a aclarar tus dudas, por lo menos, si me lo preguntas a mí te voy a aclarar las dudas.
Pero dice “solícitos en guardar la unidad del Espíritu del vínculo de la paz”.
Todo el tiempo dispuesto a hacer todo lo posible para que no haya divisiones, para que crezcamos, para que haya avivamientos, para que el cuerpo crezca en una unidad perfecta a la altura de Jesucristo.
Es así, un cuerpo y un Espíritu, como también fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación.
Una iglesia camina bajo una misma esperanza, camina dirigiéndose hacia una sola meta, si las metas son distintas hay división, es el líder el que conduce a la congregación a la meta; el líder se equivoca también, claro, yo soy pastor y me equivoco, pero el Señor me ayuda en medio de mis errores.
Así que sólo un Espíritu y sólo una esperanza.
No proclame es tu propia esperanza, no proclames tu propio espíritu, no quieras imponer en medio de la congregación lo que no tiene que ver con una unidad y la paz, hay que tener cuidado con eso, no hagamos cultos paralelos, no les escribamos el prólogo a los cultos.
Hay hermanos que se levantan y le ponen la sal y el aceite a la palabra predicada por el pastor y eso no es así.
Vamos a tener cuidado.
Humildad y mansedumbre.
Y dice: “un Señor, una fe y un bautismo”, eso es lo que vamos a proclamar: un Señor Jesucristo, una fe, la salvación por medio del Mesías, su muerte en la cruz, su resurrección, esa fe que nos lleva a la gracia y un bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Dice: “pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo”.
Al final todo es por gracia.
A veces creemos que las cosas salen por nosotros, por nuestra fuerza, por nuestras capacidades, no es así, es por la gracia del Señor.
Pablo nos habla de cómo deben caminar los creyentes, y yo he tomado aquí algunas notas para que tú puedas compartirlas conmigo.
Por ejemplo, un creyente debe caminar bajo la nueva vida, un creyente ha nacido de nuevo, entonces debe caminar bajo la nueva vida.
Vemos en Romanos capítulo 6 versículo 4 que dice: “Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, juntamente con Jesucristo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos con la gloria del Padre así también nosotros andemos en vida nueva”.
Entonces ¿cómo debe caminar un creyente?, ¿cómo debe caminar un discípulo? en vida nueva, del mismo modo que Cristo murió en la cruz, fue sepultado y resucitó, tú y yo nos encontramos con el Señor, morimos a nuestra condición, somos sepultados, pero de esa muerte nacemos de nuevo para vida nueva.
Así que cuando has conocido a Cristo tienes que comenzar a discernir que lo que hacías antes ya no lo puedes hacer, porque tu nueva naturaleza no permite la maldad, tu nueva naturaleza ya no le da lugar a la mentira, tu nueva naturaleza no le da lugar a la tradición, y si alguna vez incurrimos en esas actitudes, inmediatamente nos tenemos que arrepentir, pedirle primeramente perdón a Dios y luego al hermano o las personas a las que hayamos defraudado, porque caminamos fuera de nuestra nueva condición, pedir perdón es muy importante.
Entonces ¿cómo deben caminar los creyentes? En la vida nueva.
Número 2: En fe.
Segunda de Corintios capítulo 5 versículo 7.
Los nuevos creyentes, los creyentes deben caminar en fe.
Segunda de Corintios capítulo 5 versículo 7 dice: “Porque por fe andamos y no por vista”.
Los creyentes deben caminar por fe.
Hay muchas veces que nos dejamos perturbar por lo que vemos y por lo que oímos, y viviendo en este mundo no podemos deshacernos de esta condición todavía, aunque es una condición temporal.
Dice la Palabra que somos peregrinos en este mundo, es decir, estamos de paso, pero aun viviendo en este mundo ya hay que comenzar a vivir por la fe, porque por fe andamos.
Te estoy hablando hoy de cómo debe andar el creyente.
Por fe andamos, no por vista.
Me gusta mucho cuando Job en el capítulo 46 dice “de oídas que había oído, pero ahora mis ojos te han visto”, eso me habla de que con nuestros ojos físicos estamos mirando las circunstancias, pero que con nuestros ojos espirituales ya tenemos que comenzar a mirar al cielo, Dios es bueno y Dios es Santo, Santo y Santo.
Porque por fe andamos ya nos andamos por vista, así que cuando tengas la tentación de dejarte llevar por lo que estás viendo recuerda que tenemos un Dios poderoso que nos ha hablado promesas de fe, y que, si tú pones tus ojos en las promesas de fe de Dios, las cosas van a ir mucho mejor.
Cuando venimos a Cristo el Señor nos eleva por encima de las circunstancias, ¿vamos a dejar de vivir problemas? No ¿Vamos a experimentar circunstancias adversas? claro que sí, ¿Vamos a estar envueltos en conflictos y fricciones? por supuesto, pero ahora ya nuestros ojos no miran eso, nuestros ojos miran por encima, miran a lo que Dios ha hablado, miran a las promesas, eso es lo más importante.
¿Cómo debe caminar un creyente? En vida nueva y en fe.
Pero también un creyente debe caminar en espiritualidad.
Gálatas 5 versículo 16.
Un creyente debe darle lugar al Espíritu más que a la carne.
Aunque seguimos viviendo en un cuerpo de carne y vamos a tener siempre esas luchas, tenemos que hacer lo posible por darle lugar al Espíritu.
Dice Gálatas 5:16 “Digo pues, andad en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne”.
Tú y yo tenemos deseos de la carne y seguramente los tenemos a diario, pero el apóstol Pablo nos enseña inspirado por el Espíritu Santo, y dice: “Caminad del Espíritu, dale lugar al Espíritu, no satisfagas los deseos de la carne”.
Entonces ¿qué haremos cuando tengamos ese conflicto, ese debate entre lo que la carne nos está pidiendo y saber que como nuevos nacidos, como creyentes tenemos que caminar en el Espíritu? Sólo hay una manera de que tú escapes de ese conflicto, de ese dilema y salgas en victoria, que en ese mismo instante te encomiendes al Espíritu Santo, que tú le digas “Espíritu Santo, por favor, sujétame, Espíritu Santo, por favor, no permitas que yo dé lugar a la carne, Espíritu Santo, yo proclamo el Espíritu, yo proclamo mi comunión contigo, Espíritu Santo abrázame, ponme impedimento, sujétame, haz lo que tengas que hacer, pero yo quiero andar en el Espíritu, yo no quiero satisfacer los deseos impuros de la carne, yo quiero hacer tu voluntad, Señor por favor, Espíritu Santo ayúdame, por favor Espíritu Santo ayúdame”.
Hay algunas promesas en la Palabra que dicen por ejemplo “no seréis tentados más allá de lo que podáis resistir”.
A veces tú y yo hemos experimentado tentaciones que contradicen esta promesa, pero el secreto está en decirle: “Espíritu Santo, tú me has prometido que no sería tentado más allá de lo que yo pueda resistir, por favor, yo proclamo esta palabra y la hago verdad en mí”, y entonces el Espíritu Santo, conforme a esa fe, va a hacer una obra en ti para que tú precisamente camines en el Espíritu y no satisfagas los deseos de la carne.
En Santiago 4: 7 y 8 también dice “Acercaos a Dios y Él se acercará a vosotros”.
Cuando estés en el dilema de la carne o del Espíritu proclama que te acercas a Dios, proclama que te acercas al Espíritu Santo y dale la gloria Señor, en el nombre poderoso de Jesús, y vas a ganar la batalla, te lo prometo.
¿Cómo debe caminar un creyente? En vida nueva, en fe y en espiritualidad.
Número 4: Un creyente debe caminar en determinación.
Tenemos que ser determinados, gente de convicciones, gente que va adelante.
En Efesios capítulo 4 versículo 1, lo hemos leído antes, dice: “Yo, pues, por eso en el Señor os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”.
Tenemos que darle dignidad a nuestra vida cristiana, tenemos que darle el lugar que se merece a nuestra vida cristiana, nuestro caminar, nuestros comportamientos, tenemos que darle el lugar a nuestra vida cristiana.
Nuestra vida cristiana tiene que ser una vida digna, tiene que ser tan digna que incluso hasta los que no creen digan “¡guau! ¡ese tipo! yo no tengo la fe que él tiene, pero verdaderamente camina en determinación, convencido de lo que cree, no sólo en lo que habla, sino que le acompaña su comportamiento”.
¿Cómo debe caminar un creyente? En vida nueva, en fe, en la espiritualidad, en determinación.
Número 5: También deben caminar en el amor.
Efesios capítulo 5 versículos 1 y 2 dice: “Ser pues imitadores de Dios como hijos amados, y andar en amor como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio para Dios en olor fragante”.
Tú sabes cuánto le agrada a Dios ver que tú te humillas delante de alguien que te aborreció, que tú te humillas por amor a alguien que te está despreciando, en un auténtico sacrificio.
Tú y yo lo sabemos, a ti y a mí nos da muchas veces ganas de contestar mal a los que nos hablan mal y de querer responder mal a los que nos tratan mal.
Pero eso no es ningún sacrificio, eso es darle rienda suelta a nuestra carne.
Pero hemos aprendido que andemos en el Espíritu y no satisfagamos los deseos de la carne.
El Señor dice que es un sacrificio por amor, que haciendo eso estamos imitando a Cristo, cuando tú estás amando a alguien que te ofende, a alguien que te zahiere, alguien que te golpea, alguien que te menosprecia, que te subestima, alguien que se burla de ti, cuando tú lo amas estás haciendo lo mismo que Cristo hizo contigo y conmigo cuando murió en la cruz, callado en amor por toda una humanidad que lo despreciaba.
Qué bueno, “andad en amor como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” ¿Cómo deben caminar los clientes? En nueva vida, en fe, en la espiritualidad, en determinación, en amor.
Número 6: En prudencia.
Los creyentes tienen que ser prudentes y en este tiempo estamos dando muy buen ejemplo de prudencia habiendo cerrado los locales de las iglesias, pero habiendo apostado por el templo que somos para que el Señor se manifieste y se revele en este tiempo con más poder.
Efesios 5 versículo 15 dice: “Mirad, pues, con diligencia como andéis, no como necios sino como sabios”.
Dirigentes, prudentes, cumpliendo con nuestro trabajo, no quedándonos con las vueltas de más que nos devuelve la cajera, no llevándonos el papel higiénico y los bolígrafos del trabajo, dirigentes en nuestro trabajo no siendo mediocres.
Hermano, si por hacer bien tu trabajo tienes que estar 15 minutos, media hora, una hora más en tu trabajo, no importa, quédate, da ejemplo, testimonio de diligencia, de prudencia.
Un gesto de prudencia en un cristiano también es que tiene que hablar lo menos posible, meterse en conversaciones que no le convienen no es prudente, hablar de lo que no entiende no es prudente.
Los creyentes deben caminar en prudencia, tenemos que ser prudentes.
¡Cuántas cosas de cómo deben caminar los creyentes nos enseña la Palabra!
Ya hemos aprendido seis: En una vida nueva, en fe, en espiritualidad, en determinación, en amor y en prudencia.
Número 7: ¿Cómo debe caminar el creyente? Buscando el discernimiento y la luz.
Cuando nos enfrentamos a una situación, en nuestra vieja vida lo primero que hacíamos era pensar, reflexionar, buscar en nuestras coordenadas de lógica y de raciocinio de nuestra mente cómo enfrentar, cómo dar una respuesta o cómo hallar una solución, pero ahora como nuevos nacidos, como cristianos, como creyentes, tenemos que buscar el discernimiento y la luz en Cristo.
Lo primero que tenemos que hacer es buscar la luz del Señor, que el Señor nos revele, que el Señor nos hable, que el Señor nos muestre aquello que nuestra mente no alcanza.
Primera de Juan 17 capítulo 1 dice: “Pero si andamos en luz como Él está en luz tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado”.
Es tremendo, si andamos en luz, como Cristo está en luz, nosotros vamos a tener comunión con Él y por lo tanto vamos a observar y ver las cosas con la luz de Cristo.
Busquemos la luz, el discernimiento.
Ante un problema no hay que precipitarse, no hay nada peor como dar una respuesta en caliente, es lo peor que puedes hacer, es mejor en frío, esperar unos minutos, encomendarte al Señor y buscar en Él una respuesta.
Dios quiere que un cristiano camine buscando su luz y su discernimiento.
Número 8 y último: Buscando parecernos a Cristo.
¿Cómo caminaremos? Buscando parecernos a Cristo.
En 1ª de Juan 2: 6 dice: “El que dice que permanece en Él debe andar como Él anduvo”.
Tenemos que esforzarnos cada día en caminar, en andar como creyentes, como Jesucristo anduvo.
Cuando tengas que tomar una decisión piensa “¿Qué haría Jesucristo?” Cuando tengas que decidir si vas o no vas a un lugar piensa “¿Qué haría Jesucristo?” A veces pensamos: “¿Qué haría la religión? ¿Le predico una prostituta? ¿Qué haría Jesucristo? ¿Me acerco a un drogadicto? ¿Qué haría Jesucristo? ¿Me quito mi comida para dársela a otra persona? ¿Qué haría Jesucristo? ¿Le regalo mi abrigo a una persona que está en la calle con frío? ¿Qué haría Jesucristo?” Cada cosa que tengas que enfrentar pregúntate “¿qué haría Jesucristo?” y entonces acertaremos, porque el Espíritu nos va a revelar lo que Jesucristo haría, pero tenemos que dejarnos guiar por el Espíritu Santo, porque Jesucristo, cuando estuvo en su ministerio hace 2000 años en la tierra antes de ser crucificado y resucitado, Él no sanó a todo el mundo, Él se cruzó con gente que estaba enferma pero no las sanó, no, porque no era su tiempo, Él sanó a muchas personas, pero no sanó a todas.
Por eso tú y yo no podemos ser más buenos que Jesús, tenemos que preguntar ¿qué haría Cristo? y decir “Espíritu Santo, ¿qué haría? ¿cuándo lo haría? ¿cómo lo haría? ¿lo haría ahora?” Por ejemplo, el cojo del templo de la Hermosa llevaba allí cuarenta años pidiendo limosna y resulta que Jesús, estoy seguro, que pasó por delante de él muchísimas veces, sin embargo, no fue hasta que, en el libro de los Hechos cuando Jesús ya había ascendido y la iglesia comenzaba y se había producido pentecostés, que Juan y Pedro un día fueron al templo de la Hermosa y lo miraron a los ojos, oraron por él y lo sanaron de su cojera.
El tipo se fue dando saltos.
¿Por qué Jesús no lo sanó antes? A veces incurrimos los cristianos en querer ser más buenos que Dios, en querer ayudar más de lo que Dios ayudaría.
A veces hay personas que están en procesos propiciados por Dios para ser corregidos, transformados, restaurados o para una obra que Dios quiere hacer en ellos y llegamos nosotros con nuestro buenismo e interrumpimos el proceso.
A veces el Señor quiere ver que alguien tenga una dificultad, una limitación económica, y llegamos nosotros a socorrerles con el dinero.
Entonces cuidado, ¿qué haría Jesucristo? ¿cómo lo haría? Espíritu Santo ¿cómo yo puedo ayudar? Y a veces la instrucción va a ser clara “No hagas nada, estoy trabajando con esa persona” ¿Por cuánta gente hemos orado tú y yo para que se convierta? ¿a cuánta gente tú y yo hemos predicado el evangelio y no hay manera que se conviertan? Llegan tiempos donde Dios va a hacer ese trabajo, el trabajo de conversión lo hace Dios, no lo hacemos nosotros, a nosotros nos ha dicho “ir por todo el mundo y predicad el evangelio” En el capítulo 2 del libro de los Hechos dice que era Dios el que añadía cada día a la iglesia.
O sea que nuestro trabajo es predicar el evangelio, pero no añadir, añadir es el trabajo de Dios.
Nosotros vamos a hacer nuestro trabajo, vamos a buscar a Dios, vamos a tener comunión con Él, vamos a tener secreto con Él, vamos a sumergirnos en la Palabra, vamos a alimentarnos, vamos a llenarnos y entonces Dios va a hacer el resto del trabajo, Él va a añadir a la iglesia.
Resumen: ¿Cómo deben caminar los creyentes?: -En vida nueva.
Romanos 6: 4 Segunda de Corintios 5:7.
-En espiritualidad.
Gálatas 5: 16 -En determinación.
Efesios 4: 1.
-En amor.
Efesios 5:2 -En prudencia.
Efesios 5: 15 -Buscando el discernimiento de la luz.
Primera de Juan 1:7 -Buscando parecernos a Cristo.
Primera de Juan 2:6.